miércoles, 21 de enero de 2015

25 AÑOS. AÑISCLO INFERIOR

Fue al día siguiente del Barranco Sarratanas (ver aquí). ¡Menudo cambio!
Día por día, uno como hoy, volvíamos al cañón de Añisclo 1 año después (ver aquí). Hace ahora de ello 25 años.


Esta vez éramos otros.
El 21 de enero de 1990, Agustín Abarca, Carlos Puyal y Enrique Salamero efectuamos el primer descenso invernal del Desfiladero de las Cambras, el final de Añisclo, en el río Bellós.
También entró con nosotros Mariano Vallés pero, al empezar a nadar la primera gran badina, el frío decidió por él. Algo parecido ocurrió con los pies de Carlos en la segunda mitad del descenso.
El día de antes había intentado contactar con Rafa Larma para que se viniera, pero mi madre, que era la encargada, no lo encontró. Lo vi el lunes siguiente en la tienda que tenía en Zaragoza. Me dijo que no pasó pena por ello, que se ve muy bien desde la carretera... Por entonces estaba empeñado en ir al Barranco de Soaso (por encima de la Cola de Caballo) cuando cayera una buena nevada. Ramón no lo veía claro y yo no me pronunciaba. Se quedó en el tintero.


La flecha azul A señala el lugar donde empezamos el descenso (una pequeña represa de la antigua estación de aforo). La flecha azul B indica el puente donde finalizamos (era el sitio más fácil para alcanzar la carretera). El punto rosa marca la zona de picnic donde ultimamos todo.
(Fuente: mapa 1:25000 Ordesa y Monte Perdido, IGN y Prames. 2000)

Hacía tanto frío en la sombra que decidimos ponernos el traje de neopreno a pleno sol, poco antes del área de picnic que hay junto a la carretera poco antes de llegar al final del desfiladero viniendo de Escalona. Así fuimos, dentro de los coches, hasta el inicio del descenso. Se trataba de los mismos trajes de la otra vez, de 3 mm. Afortunadamente llevábamos guantes (de 2,5 mm). Los escarpines eran también de 3. Y yo de nuevo aquella camiseta de Duofold, de corte recto y nada ajustado.

Esta imagen la tomo Gemma cuando nos cambiábamos: Mariano (punto verde), Agus (punto azul), Carlos (punto naranja) y Quique (punto rojo).

Dos fotos más del mismo momento. Los cuatro junto a una señal de pista deslizante (Agus al sol) y en la otra estamos Quique, Carlos y Gemma.

En esta ocasión la cosa fue más benigna. La aproximación desde el coche era de menos de 1 minuto y no encontramos nieve como la vez anterior, solo escarcha. Empleamos menos tiempo y el retorno lo hicimos de día y a pleno sol, la carretera estaba a pocos metros.

El descenso, cualquiera que haya pasado en coche lo sabe, es muy poco soleado. La larga primera parte son pasillos acuáticos en sombra:


 

Luego el cañón efectúa giros amplios y se ensancha. Entraba un sol tan precioso como apreciado. Al final volvía a estrecharse en el desfiladero al que vierte Fuen de Baños:



Esta vez no dibujé ningún croquis, el barranco era muy largo, muy parecido y con pocos resaltes. Lo cierto es que no recuerdo que empleáramos la cuerda en ningún momento, lo saltamos todo. También fuimos todo lo rápido que pudimos, había tantos tramos que nadar y con ese frío...
A la vuelta en Ainsa encontré a mi peluquero de entonces (aún lo sigo viendo por aquí) y al siguiente martes, cuando fui a cortarme el pelo, hablamos un rato de Añisclo. Él, Alberto, era un buen pescador y apreció bien nuestro interés por el río Bellós. Y de sus truchas, "las más finas de la provincia".
Hubo mala suerte con las fotos. Fernando Biarge me dejó su cámara acuática pero me salieron todas movidas. Cosas de la poca luz (y de la tiritona). Afortunadamente Mariano Vallés y Gemma Garcés hicieron algunas desde la carretera que sí han perdurado:

 
En ambas, el punto blanco señala a uno de nosotros. No se distingue quien.

Al día siguiente, lunes, anoté en mi agenda:
"Tengo que hacer la 1ª invernal del tramo superior de Añisclo. Tengo las otras dos"
Y ese mismo jueves vuelvo a anotar:
"Hablo con Agus A. de ir un día de la semana que viene al tramo superior del Bellós. Duda con la meteo"
Y no hubo más. La idea se fue diluyendo, los inviernos pasaron. Por una cosa u otra, sin razón especial, los proyectos pueden tanto precipitarse como esfumarse. Esto último le ocurrió al tramo superior del Bellós.


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